La estimulación cognitiva es una forma de intervención no farmacológica que tiene como objetivo preservar el máximo tiempo posible las capacidades cognitivas.
La estimulación cognitiva está especialmente indicada en personas en fases leves y moderadas de la enfermedad para tratar de ralentizar el deterioro cognitivo. A su vez, puede ayudar a mantener por más tiempo la autonomía en las actividades de la vida diaria, retrasando la dependencia de terceras personas.
Algunos estudios también sugieren que las actividades de estimulación cognitiva en personas con Alzheimer pueden contribuir a disminuir la frecuencia de alteraciones conductuales y mejorar el estado de ánimo. Estos beneficios, unidos a los que aportan los tratamientos farmacológicos específicos aprobados para esta enfermedad, redundan en una mayor preservación de la calidad de vida en la persona afectada, la persona cuidadora y sus familiares.